domingo, 9 de junio de 2013

7. Por favor, regresa


No sé que decirte. "Que regreses", supongo.

¿Pero a dónde? Si yo ya no te espero.
Si mis dedos ya se clavaron en ti,
y mis ojos ya quedaron conformes.

Si ya desgastaste mis labios,
y tus dientes mordieron mi armonía.

Si tu pelo ya... y si tu ombligo también... y si tu voz sobretodo...

Ojalá regreses, pero a cuando no te fuiste nunca, a cuando yo te esperaba como espera el Sol en Noviembre.

Aquí había un sitio con tu nombre, marcado a rotulador, permanente, como tu sonrisa. Imborrable, como tus lunares.

Había tanto para ti, todo era tuyo. Había tanto que ni te imaginas lo que te pertenecía. Había tanto que, cuando te fuiste, te llevaste todo. Tu sitio, tus lunares, tus labios, tu ombligo, mi armonía.

Te llevaste tanto, que ahora ruego que regreses, ¿pero a dónde vas a regresar? si ya no hay sitio para ti. 

6. Donde los monstruos duermen

¿Veis a esa chica desacomplejada, irónica y sátira que todo el mundo conoce y que pocos se mantienen en su acera cuándo pasa?

Es la misma chica que, cuando el Sol se ahoga, se esconde bajo las mantas, cierra los ojos muy fuerte y espera casi sin respirar al rugido del despertador.

La chica, que la llaman “Ella”, tiene miedo a los monstruos. Pero no a monstruos normales con cuernos, rabo y cuatro ojos, no. Ella tiene miedo a los que se meten en sus sueños y la hacen sudar y llorar por la noche.

Esos monstruos que llaman “Pesadillas”.

Pero ella no escucha, ni mira, ni siente. Ella solo corre y corre y corre.
Y yo, que soy un monstruo al que llaman Pesadilla, cada noche me acuesto esperando, que por fin pueda atraparla y abrazarla y quizás… besarla.
Pero no puedo, ella corre y corre y corre. Y a veces suda. Y a veces llora.

Pero yo sé que pronto será el día en que Ella se canse, no de correr, sino de tener miedo. Y allí estaré yo.

Por eso te sigo cada noche pequeña, y allí te espero, donde los monstruos duermen.